Carboncillos

Los carboncillos son herramientas de dibujo hechas de carbón comprimido en forma de varillas o lápices. Se utilizan en bellas artes y dibujo para crear trazos suaves y oscuros en papel u otros soportes. Los carboncillos permiten lograr un rango de valores tonales y son apreciados por su versatilidad, ya que pueden utilizarse para bocetos, sombreado y obras artísticas detalladas. La textura y la expresividad que ofrecen los carboncillos los hacen ideales para capturar matices y efectos en el dibujo, lo que los convierte en una herramienta popular entre artistas y estudiantes.

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El carboncillo

El carboncillo es, sin duda, el instrumento ideal para aprender a dibujar; de hecho, suele ser la primera técnica estudiada en los cursos de dibujo y pintura. Para los aprendices de artista, la posibilidad de delinear una figura con unos cuantos trazos, resulta muy gratificante. Además, el carboncillo permite familiarizarse en muy poco tiempo con los procedimientos para reproducir diversas texturas y efectos tonales, aspecto fundamental para adentrarse con éxito en el ámbito de la pintura. Por último, esta técnica obliga a desarrollar la composición en su conjunto, sin prestar demasiada atención a los detalles.

El carboncillo se fabrica, por lo general, con madera de vid, sauce o tilo, carbonizada en ambiente cerrado, y en forma de barritas de sección redonda o cuadrada, o bien en forma de lápices. El de vid produce trazos de color negro amarronado, mientras que el de sauce o tilo permite obtener un trazo negro azulado.

Los diversos carboncillos difieren entre sí por el grado de dureza, característica que hace posible la obtención de diferentes efectos; por ejemplo, los carboncillos blandos sirven para marcar esfumados y resultan ideales para obtener gradaciones tonales, mientras que los duros permiten obtener trazos incisivos, finos y netamente marcados. Por otra parte, según el espesor de la barrita, es posible reproducir una amplia variedad de trazos, desde los más gruesos hasta los más finos, aptos para dibujos de precisión. Finalmente, los lápices ofrecen la ventaja de no ensuciar los dedos, pero, a diferencia de las barritas tradicionales, solo pueden utilizarse de punta, y no planos.

El carboncillo presenta algunas ventajas indiscutibles: es económico, fácil de conseguir y está disponible en una amplia gama de tamaños y texturas.

¿Qué necesito para dibujar a carboncillo?

Para empezar a trabajar, basta con un equipo mínimo: varias barritas de carboncillo de distinto espesor, unas hojas de papel y un fijador en aerosol (elemento esencial, ya que el carboncillo se emborrona). Necesitarás, además, papel de lija o una rasqueta para modelar la punta de las barras y afilarlas. En el caso de los lápices de carboncillo, podrás usar un sacapuntas. También, necesitarás una goma para esfumar los trazos, reproducir reflejos y corregir eventuales errores.

Los esfumados pueden realizarse con los dedos o bien recurre a un difuminador. Si realizas los esfumados con los dedos, recuerda lavarte bien las manos después de terminar, ya que de lo contrario podrías ensuciar el trabajo.

Con un poco de práctica, muy pronto sabrás determinar la presión que debes ejercer para obtener el trazo deseado con barritas de diferente espesor.

El mejor papel para el carboncillo

Con el carboncillo se obtienen efectos de particular eficacia sobre papel mate rugoso, que retiene bien el polvo y permite aprovechar las asperezas derivadas de su conformación granulosa. El papel liso o satinado, en cambio, no resulta adecuado para esta técnica. En todo caso, los mejores papeles para dibujar con carboncillo son los Canson y los Ingres.

Técnicas para dibujar a carboncillo

El carboncillo es fácil de difuminar y permite obtener así efectos suaves y aterciopelados. Utilizando la barra de carboncillo de lado, traza una serie de líneas. Después, con la yema del dedo o con un difumino, frota delicadamente la superficie del papel, de un lado a otro, creando tonos claros y oscuros según la presión ejercida.

Otro método para obtener gradaciones tonales consiste en realizar un trazado entrecruzado. Marca una serie de líneas paralelas y traza encima otro grupo de paralelas con diferentes inclinaciones. Para conseguir tonos de diferente intensidad, varía el grosor y la distancia entre las líneas.

En lugar de esfumar el carboncillo con los dedos o con el esfumino, prueba a usar la punta de la barra de lado, trazando una serie de líneas que se fundan entre sí. Empúñalo lejos de la punta y realiza una serie de trazos modificando la presión, para obtener una gama de tonos claros y oscuros.

Para controlar cualquier técnica, debes probar y practicar con diferentes materiales. Mezcla el carboncillo con pastel, añade agua con un pincel... Y sobre todo, realiza bocetos y lleva al límite tu herramienta. Una vez que sientas la suficiente seguridad, amplía los formatos y aplica todo lo que has aprendido durante tus pruebas.